El pasado lunes 30 de diciembre de 2013, el diario de mayor tirada de España, el periódico deportivo MARCA, publicaba en su contraportada la columna "Alta Definición" del periodista Julio César Iglesias, bajo el título "El Madrid tiene sangre canaria".
Un artículo en el que se elogiaba a todos los canarios que a día de hoy pertenecen a la disciplina del Real Madrid, y que no son pocos. Todos ellos destacando en sus respectivos equipos de la Fábrica blanca y llegados de la mano del ojeador del Real Madrid en Canarias, Sixto Alfonso.
A continuación pueden leer íntegramente el artículo publicado por Marca el pasado lunes.
En los últimos años, el Real Madrid ha recibido una continua y estimulante transfusión de sangre canaria. Desde las capas mas bajas hasta las mas altas de su cantera o, dicho sea con exactitud, desde su dinámico primer Infantil hasta su astronómica primera plantilla, cruza una brillante linea de futbolistas unidos por dos rasgos familiares: la clase y el acento. Un día recitaremos de memoria la escala de nombres propios, Juan Carlos Arana, Elliot Gómez, Néstor Sánchez, Cristian Artíles (Cedrés), Agoney González, Omar Mascarell y, por descontado, Jesé Rodríguez (faltó Nebay Hernández que milita en el Cadete A).
Todos comparten una visión tropical del juego y con ella, una manera de transmitirle colores, formas y sonidos que inevitablemente asociamos al paisaje de las Islas. Como sus antecesores mas admirados, tienen también una facilidad natural para curvar el espacio y el tiempo. Muestran las mismas habilidades creativas que, por ejemplo, hacen brasileño a Brasil o, centrémonos en el Archipiélago, el mismo soplo intuitivo que permitió a sus paisanos guanches descubrir el original idioma conocido como silbo gomero.
Cuando vemos progresar al gran Agoney, un relámpago con botas, desde la banda izquierda o al cortante Cristian, un cuchillo dentado, desde la banda derecha o descubrimos a una cadencia llena de matices en el toque de Omar, que centrocampista tan bien templado, nos decimos que conviene ponderar y preservar esta escuela.
Cuando vemos arrancar desde cualquier parte a Jesé, una figura emergente que lleva un demonio en cada pierna nos convencemos de que las diabluras pueden merecer la gloria, nos reconciliamos con el poder de la inspiración y, en un acto reflejo, recordamos a Germán, resucitamos a Guedes, reivindicamos a Valerón y nos trasladamos al lugar en que se fabrican los goles y las folías.
Comprobamos que, con la pelota denominada, estos chicos no necesitan un silbido para comunicarse. Sólo precisan seguir el ritmo interior que, desde Luis Molowny Arbelo y a través de las épocas, hizo inequívocamente insular al fútbol canario.
No es cierto que hayan ido todos de la mano de Sixto pero bueno, lo digo yo que fui el hablo con el Director del R. Madrid sobre este jugador que Sixto ni iba a ver hasta que desde el R. Madrid su jefe le obligó...
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